miércoles, 26 de enero de 2011

Casualidades.

Todos los días están repletos de esas pequeñas acciones, esos minúsculos detalles que nos gustan llamar "casualidades". Encuentros sorprendentes, palabras justas, cosas que a un día común lo hacen un buen día, por ejemplo: las sonrisas. Una sonrisa brillante que nos dedican (o dedicamos) y cambia en gran parte nuestro día. Y más si esa sonrisa es de esa persona que tanto nos interesa, nos deja helados porque claramente no la esperamos. No sé a lo que apunto, pero hoy mi día común se transformó en un día hermoso con pequeñitos detalles, una sonrisa, una palabra justa, un cambio en mi actitud. Esperamos con ansiedad un momento que creemos que va a ser el único, lo esperamos tanto que nos vemos frustrados al sentir que nada salió como lo planeábamos, sino que todo lo contrario. Pero en cambio, cuando nuestro día parece común e igual a todos los anteriores, aparece algo que nos descoloca, una "casualidad" que hace que nuestro día se distinga de todos y sea aún más perfectos, más allá de todos los momentos malos. Ver a una persona que extrañamos, ver una sonrisa que necesitábamos, escuchar esa palabra que nos faltaba, son pequeños detalles que cambian nuestro humor, nos alegran, nos contagian sus sonrisas dibujándolas en nuestras bocas. Ese día que estaba "destinado" a ser igual a los otros, "casualmente" se convierte en uno hermoso.
¿Por qué resalto las palabras "destino" y "casualidad"? Porque no creo en ninguna. En el destino en parte sí, porque dicen que el destino está escrito, no? Pero el destino está en nuestras manos, cualquier actitud nuestra puede cambiarlo, en cualquier momento y en cualquier lugar. Hoy mi destino cambió "casualmente", aunque nada es casualidad en la vida. Damos mil vueltas, pero el "destino" (y nuestras actitudes)  solito va moviendo todas las fichas del juego y nos va juntando, y nos encuentra. Lo demás lo hacemos nosotros, sabías?


PD: Suerte que me animé.

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